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Piensa más allá: Cómo conquistar la Antártida

Entrevista a Gábor Rakonczay, el primer húngaro que llegó al Polo Sur.

Beauty / Cosmética Compromiso 6 feb. 2019
Gábor Rakonczay, the first Hungarian to have reached the South Pole


El viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso: en noviembre de 2018, Gábor Rakonczay se propuso descubrir el mítico continente de la Antártida, el lugar que pertenece a todos en general y a nadie en particular. En el transcurso de 44 días (y 4 horas), el atleta húngaro caminó cuesta arriba en la cegadora blancura, desafió la luz del sol y siguió avanzando incluso a -25 grados Celsius, mientras tiraba de un trineo de 94 kilos. Después de completar una distancia de 950 kilómetros, llegó a su destino el 7 de enero de 2019: el Polo Sur. A pesar de que quemó el 10 por ciento de su peso corporal en el esfuerzo y se quemó la cara, estaba más feliz que nunca.

En esta entrevista comparte sus pensamientos sobre la motivación y explica cómo logró completar su aventura.

¿Qué te motiva a practicar deportes extremos e incluso a veces ponerte en peligro?

El mensaje de una película llamada El Primer Hombre me inspiró. La película trata sobre Neil Armstrong, quien no solo visitó la luna, sino también la Antártida. Basándome en la película, tuvo que ser un hombre de los que o bien moriría en el camino o llegaría al final, pero no se quedaría a medias. Y eso es exactamente lo que estoy buscando. La motivación y la energía que puedes absorber de una experiencia como esta te hacen darte cuenta de que puedes lograr un poco más de lo que te planteas todos los días.

Por otro lado, es un sentimiento maravilloso darse cuenta de que te encuentras en la Antártida, especialmente cuando cumples un sueño de la infancia. No son solo las altas cordilleras montañosas las que te ofrecen un precioso panorama, sino también la belleza de la naturaleza en el círculo polar. Sin embargo, lo más importante es que te apartas del mundo civilizado y te metes en situaciones extremas. No temía que me pasara nada malo, a pesar de todas las dificultades, el frío intenso, o el suelo resbaladizo, porque siempre me decía: “¡Nunca más tendré una oportunidad como esta!”

Vivir, y especialmente hacer estos esfuerzos en la Antártida es difícil. ¿Cómo se te ocurrió la idea de hacer este viaje tan especial y cómo te preparaste?

Este viaje fue un sueño de la infancia. A la edad de diez años no imaginaba que iba a cruzar la Antártida, pero ciertamente sabía que el lugar donde, en 1911, el explorador polar noruego Amundsen batió al investigador científico Scott, tenía que ser un lugar fantástico. Evidentemente admirar la historia de un lugar no es suficiente para lograrlo, pero el hecho de querer cumplir un sueño de la infancia puede ser una auténtica motivación.

La clave de mi preparación física fue cruzar Groenlandia en agosto de 2018. Además, esto me permitió disfrutar de la expedición más adelante, ya que no tuve que luchar para sobrevivir día a día. También me preparé mucho corriendo antes y después, ya que es la mejor preparación para marchar sin parar. Tenía que ser capaz de cubrir hasta doscientos kilómetros si era necesario. Por otro lado, el movimiento con el esquí se puede preparar corriendo lentamente cuesta arriba durante los entrenamientos. A -20 o -30 °C, con vientos de 60 kilómetros por hora, las extremidades descubiertas son propensas a la congelación, por lo que uno debe vestirse adecuadamente.

Gábor Rakonczay, the first Hungarian to have reached the South Pole

  

  

“El entrenamiento mental es un punto importante. Cuando eres estable por dentro, nada puede detenerte”.

  

¿Cómo te motivaste a seguir todos los días? ¿Tienes un mantra que te impulsa a avanzar? ¿Rendirse es una opción?

En el transcurso de los últimos 13 años, he formado mi técnica mental de manera autodidacta y, gracias a eso, creo que puedo arriesgarme a decir que fui el miembro más estable del equipo. Es vital mantener tu motivación interna y no pensar “¿Qué demonios estás haciendo aquí en medio del hielo?” Si te hace mella en tu mente solo una vez, esos estímulos pueden afectarte fácilmente. Al igual que un barco: una vez que tengas una fuga, aunque sea lentamente, te hundirás.

Este es un ejemplo de mi técnica mental: puede parecer despiadado y cruel, pero en primer lugar, debes poner tu vida a un lado en viajes como estos. Si hubiese empezado a pensar en mi familia, me habría sentido triste, y esa idea te desviaría del camino de inmediato. Caes en una espiral descendente, lo que puede poner en peligro toda la expedición. Tuve que afrontar desafíos diarios para no desenfocar mis pensamientos.

¿Qué rasgos de tu carácter te ayudaron en este desafío?

Desde niño puse a prueba mis límites. Y parece que ahora, a la edad de 38 años, todavía soy capaz de explorar esos límites. Cuando tenía 13 años, me imaginé que era el mejor navegante del mundo y ni siquiera se me ocurrió pensar que debía hacer otra cosa. A menudo me encontraba en el podio de los ganadores.  De hecho, tan a menudo que se convirtió en algo habitual y mi objetivo era superar mi propio tiempo en otros diez minutos. Fue como una competición conmigo mismo.

Así es como empecé con el remo; para decirlo de manera más precisa, a cruzar océanos. He superado las probabilidades de convertirme en la primera persona en remar en solitario a través del Océano Atlántico en una canoa. Tenía 30 años en ese momento y era mi primer viaje en solitario, así que me interesaba cómo cumplir con mi promesa. Incluso hoy, todavía es importante para mí que he sido el primer húngaro en hacer este viaje de 950 kilómetros.

Gábor Rakonczay, the first Hungarian to have reached the South Pole

  

 

“No puedes conquistar la naturaleza, debes cooperar con ella”.


¿Cuál fue tu mayor momento de piel de gallina durante el viaje?

Es casi imposible en nuestra civilización estar realmente solo, ya que siempre hay un teléfono inteligente al que puedes recurrir. En el Polo Sur, es muy diferente: puedes estar solo sin nada allí, excepto por el árido campo de hielo cubierto de nieve. Pude experimentar momentos de una forma mucho más profunda que nunca.

¿Cuál fue el mayor desafío en esta expedición a la Antártida?

Había una sección de 200 kilómetros donde teníamos que caminar en nieve muy profunda, lo cual era duro físicamente. Además, nunca he estado en un entorno con una completa falta de estímulos. Me sentía como si mis pensamientos se hubieran agotado. Esperaba algo así, pero no hasta este punto. Cuando vi la base del Polo Sur, tuve una mezcla de emociones: era como si una parte de mí siempre hubiera sabido que iba a tener éxito, y como si en el fondo esta parte de mi hubiese estado todo el rato sonriendo silenciosamente. ¿Lo haría de nuevo, sabiendo lo que me espera? Claro que sí.

¿Cuál es el mejor consejo que alguien te haya dado?

Tu objetivo no debería ser hacer tantas expediciones como puedas, sino sobrevivir y envejecer, para que puedas contar tus historias sobre tus viajes a tus nietos cuando cumplas los ochenta años.

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