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Cuando pensamos en la creatividad, pensamos en artistas, músicos, inventores. Pensamos en personas que realizaron creaciones estéticamente impresionantes o inventos que sacudieron el mundo y cambiaron las industrias. De hecho, la creatividad no es un don limitado a ciertos grupos de personas o ciertas profesiones. Todos podemos ser creativos, en todos los aspectos de la vida.
Incluso en el entorno corporativo, con descripciones de trabajo específicas y tareas determinadas, hay espacio para la creatividad. En el trabajo, solemos marcar una tarea tras otra, responder a correos electrónicos y llamadas telefónicas y correr de una reunión a otra. Y entre todas estas actividades, tenemos que realizar nuestro trabajo real. Estos son los escenarios que temía antes de ingresar en el mundo corporativo. Siendo una persona creativa por naturaleza, mi mayor miedo era ser restringida en mi creatividad y terminar por perderla al completo.
Pero pronto me di cuenta de que el entorno no es el límite, solo la actitud. Necesitamos salir de nuestra rutina típica. No significa que tengamos que cambiar nuestra forma de trabajar: hay pequeñas cosas que todos podemos hacer a lo largo del día para que fluya nuestra creatividad.
Charlas de TED, podcasts, noticias… Estas son las cosas que me mantienen ocupada en mis desplazamientos por la mañana. Leer las noticias me ayuda a alimentar mi curiosidad y a entender el panorama global; escuchar y ver charlas de TED con perspectivas y opiniones de expertos en diferentes campos amplía mi horizonte y abre mi mente de una forma divertida y espontánea.
Tener pocos o ningún prejuicio me ayuda a mantener la mentalidad abierta y curiosa. Los problemas no son obstáculos a superar, sino oportunidades para explorar. Cuando tengo problemas para entender algo, doy un paso atrás y observo la situación y su contexto, o simplemente pregunto por qué y cómo. Hacer preguntas no es un signo de estupidez o debilidad, sino más bien una expresión de curiosidad e interés.
El movimiento activa nuestras neuronas y nos ayuda a proponer nuevas ideas. Si estoy atascada en algo, a veces me sumerjo en una pequeña “caminata de inspiración”. Ya sea una excursión rápida a la cocina o un paseo al aire libre. Tener una sesión corta de lluvia de ideas en solitario puede brindarme nuevas perspectivas y ayudarme a resolver mi problema.
Las ideas a menudo surgen espontáneamente, a veces en segundos y en momentos inesperados. Si no las guardamos, podríamos perderlas. Hay muchas maneras de grabar tus ideas: escribirlas en un cuaderno, escribirlas en tu teléfono o laptop, grabarlas en audio, grabarlas en video. La solución a la que recurro suele ser analógica, en un cuaderno. Cada vez que aparecen pensamientos e impulsos, simplemente los escribo o los esbozo.
Las ideas brotan cuando estamos solos, pero realmente prosperan en un ambiente de colaboración. Cuando hablamos sobre nuestras ideas con otros, tienden a crecer y convertirse en algo más grande. Cuando tengo una idea, generalmente la discuto con mis compañeros, no para su aprobación, sino para escuchar sus diferentes perspectivas y puntos de vista.
Este es un asunto difícil y requiere el esfuerzo de más de una persona. El fracaso no goza de buena reputación en los entornos corporativos. Pero por más arriesgado que parezca, adoptar positivismo frente a los fracasos motiva a los empleados a ser proactivos en el uso de sus ideas creativas para impulsar la innovación. Aprender sobre la marcha mientras se mejora continuamente es la mejor manera de desarrollar la creatividad. Siempre trato de reflexionar sobre mis errores: ¿Qué he hecho mal? ¿Qué debo hacer diferente la próxima vez? ¿Cómo puedo mejorar?
Aunque suene trivial, a veces solo tenemos que pasar a la acción y ponernos manos a la obra. A menudo pensamos demasiado antes de actuar y tratamos de analizar en exceso cada situación, solo para actuar de manera segura. Pero si tenemos una gran idea que nos parece correcta, ¿por qué no apostar por ella y hacer una propuesta o crear un prototipo rápido? Mostrar la idea a otros puede simplificar y acelerar el proceso de toma de decisiones.
Debemos mirar nuestros problemas y desafíos con una mente abierta y siempre cuestionar el propósito. Debemos pensar desde diferentes perspectivas para poder conectar y vincular la información. Tenemos que actuar y acoger el cambio. La creatividad no es solo el resultado de nuestro trabajo, es, ante todo, el proceso de cómo llegamos allí.
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